En dos ocasiones se ha aplazado ya la inauguración del futuro único aeropuerto de Berlín. En junio de 2010 se anunció que la apertura, prevista para noviembre de 2011, no tendría lugar hasta el 3 de junio de 2012. Ese día el aeropuerto de Tegel cerraría puertas para siempre, mientras que Schönefeld pasaría a ser el nuevo aeropuerto Berlín Brandeburgo – Willy Brandt (BER). A tal fin se ampliaría con una nueva terminal, con capacidad para acoger hasta 27 millones de pasajeros por año.
© Arne Müseler (arne-mueseler.com) CC-BY-SA-3.0
Sorpresa e incomodidades
Sin embargo, de manera inesperada el martes se anunció que la inauguración se posponía una vez más – sine die. El motivo han sido problemas detectados en el sistema de protección anti-incendios, que deberá revisarse de arriba abajo. Dolorosa sorpresa, este comunicado, más aún cuando 48 horas antes del anuncio, el propio aeropuerto seguía informando sobre su inminente apertura. Hay que tener en cuenta que no sólo se trata de abrir las nuevas instalaciones con el nuevo nombre: el cierre previsto de Tegel, ese mismo fin de semana, había supuesto el cambio de ruta de muchos vuelos a Berlín.
Especialmente afectados han sido los comerciantes, tanto de Tegel -enfocados como estaban en cerrar el negocio el sábado 2 de junio- como del nuevo aeropuerto. Caos, y millones de euros perdidos. Y naturalmente, el aplazamiento supone también un dolor de cabeza para los viajeros: aquellos con vuelos reservados para el 3 de junio y días posteriores, harán bien en confirmar con su compañía cuál es su aeropuerto. AirBerlin continuará en Tegel después del 3 de junio, pese a que sus vuelos a partir de ese día estaban previstos en el nuevo aeropuerto.
Tanto el alcalde-presidente de Berlín, Klaus Wowereit, como el presidente del land de Brandenburgo, Matthias Platzeck, han estado en el ojo del huracán desde el día del anuncio del aplazamiento. El mismo martes del anuncio, el presidente de la Cámara de Comercio de Berlín, Eric Schweitzer, dijo explícitamente que este nuevo aplazamiento debería tener «consecuencias personales», aunque no llamó a nadie en concreto. Según Schweitzer, en el «castigo» sufrido por la imagen de Berlín tendrá repercusiones económicas negativas.
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