En 2015, la canciller Angela Merkel abrió las puertas de Alemania a miles de personas que llegaban a Europa huyendo de la guerrra. Eso a pesar de críticas feroces desde el radicalismo conservador. Aquellos hechos fueron la base de la creación, poco después, de Multaka (punto de encuentro, en árabe).
Desde 2016, voluntarios de esta organización ofrecen visitas guiadas en cuatro museos de Berlín. Son centros tan diversos en su contenido como el Museo de Arte Islámico, el Museo del Próximo Oriente, el Museo de Arte Bizantino y el Museo de Historia de Alemania.
Planteamiento y objetivos
Lo que llevó a la creación de Multaka fue la voluntad de activar iniciativas para facilitar la integración de los refugiados, en especial sirios e iraquíes, que llegaban a un país culturalmente muy distinto los suyos. Bajo el paraguas de Multaka se forma como guías a refugiados con estudios en ámbitos artísticos, históricos o culturales. La finalidad es que puedan guiar a otros refugiados por estos museos.
La iniciativa pretende contribuir a alimentar la autoestima de este colectivo, mediante la puesta en valor de elementos patrimoniales provenientes de sus regiones de origen, destacando el peso que han tenido en la historia de la humanidad. El Museo de Arte Bizantino, además, es clave para entender las raíces compartidas por las tres grandes religiones monoteístas y los largos períodos de convivencia entre ellas, en las regiones más orientales del Mediterráneo.
Finalmente y en lo que se refiere al Museo de Historia de Alemania, el interés para los refugiados radica no sólo en bucear en el pasado del país de acogida sino en transmitirles el mensaje que la destrucción provocada por una guerra es el punto de partida para una reconstrucción que es posible, y que puede tener éxito.
Con el apoyo de los Museus Estatales de Berlín
La institución pública que gestiona museos y colecciones de primer orden en la capital alemana se llama Staatliche Museen zu Berlin. Su apoyo al proyecto Multaka supone, en sí mismo, un aliento de esperanza para los recién llegados, que constatan como una gran institución cultural les abre las puertas —literalmente— al conocimiento de sus propias raíces y, no menos importante, del país al cual las guerras han acabado por llevarles.